A melhor forma de explicar este artigo é com excertos do livro de Martí Perarnau “Pep Guardiola. La Metamorfosis” (em espanhol), para além da vídeo análise do jogo Bayern vs Koln, do dia 24 de Outubro de 2015.
“Backstage 7
Restaurando la Pirámide
Múnich, 24 de octubre de 2015
Pep restaura hoy “la pirámide”. El Bayern se distribuye sobre el césped del Allianz Arena en un 2-3-5, el módulo clásico del fútbol primitivo, el que se empleó entre finales del siglo XIX y mediados del XX. Pep recupera la idea de juego de la antigüedad, del fútbol “prehistórico”, del que supuso el origen e inicio de las verdaderas tácticas.
La inspiración le surgió a raíz de una conversación con Juanma Lillo. Hablaban sobre la mejor manera de enfrentarse a equipos de tamaño medio que se encierren sobre su propiá área: -Piensa en un reloj de arena –dijo Lillo
En su día, Pep recuperó la figura del falso nueve, cuando hizo jugar en esa zona a Leo Messi contra el Real Madrid en 2009. Ya conocimos el proceso que le condujo a restaurar dicho rol, pero lo de hoy no es una figura concreta, ni la función específica de un jugador, sino todo el módulo de juego, toda la organización del equipo.
Pep no conocía todos los detalles históricos de “la pirámide”, aunque sí tenía amplias referencias: -Juanma Lillo me había hablado de ella.
En los orígenes del fútbol, cuando la táctica todavía no existía como tal y apenas había pequeños trazos de organización, todos los equipos se movían exclusivamente en el sentido ofensivo del juego. Al igual que sigue ocurriendo en los patios de los colegios de todo el mundo, quienes jugaban al fútbol en 1860 corrían todos, dentro de un magma caótico, tras el balón con el objetivo de marcar gol. El historiador húngaro Arpad Csánadi advirtió que tras el inicial 1-1-8 de los equipos, en los años posteriores al nacimiento del fútbol se alcanzaron los primeros niveles de cierta organización colectiva: los ingleses, practicantes del jueo directo, se dispusieron en 2-1-7, y los escoceses, que practicaban un juego de pases, lo hicieron en un más moderado 2-2-6.
La implantación del 2-3-5 se originó fuera de los terrenos de juego, en las primeras charlas alrededor de la táctica, en la Universidad de Cambridge. A partir de 1880, “la pirámide” se estableció como sistema de juego universal gracias a los éxitos del Blackburn Rovers, entre otros. En algunos países constituirá incluso un dogma que se prolongará hasta entrados los años cincuenta pese a que para entonces la WM (3-2-3-2) impulsada por Herbert Chapman (y Árpád Weisz en Italia) ya había dado muestras de su eficacia; también se habían mostrado eficaces los módulos asociados a la orientación defensiva (Bold, Béton, Verrou, Il Método, Vianema…), que nacería a partir del convencimiento de inferioridad de algunos equipos y alcanzaría su mayor apogeo en los sesenta, con el catenaccio italiano.
Lo más importante en la decisión de Guardiola de recuperar la vieja pirámide no es el hecho en sí, sino el proceso realizado para activar dicha restauración. El resultado final es el mismo que en el siglo XIX, el 2-3-5, pero las causas por las que llega a dicho módulo de juego son totalmente diferentes a las que protagonizaron los primeros equipos de fútbol. Tampoco surge por un profundo conocimiento, previo y documentado, sino de manera intuitiva, fruto de un proceso en el que confluyeron básicamente tres causas: el dominio, las rotaciones y el gusto por los atacantes. Profundicemos en estas tres causas que se combinaran en Múnich en otoño de 2015.
- El dominio. El análisis del rival del día, el 1.FC Koln (y lo mismo sucedería en adelante con otros muchos), no admitía dudas sobre su vocación: iba a encerrarse de forma intensiva alrededor de su área, lo que inevitablemente provocaría el dominio abrumador del Bayern. Domènec Torrent y Carles Planchart se lo repetían sin cesar: – Se encerrarán, Pep cada día se encerrarán más y más.
El Koln se cierra en un 5-4-1 pretendiendo que el Bayern se estrelle sin acierto ante semejante muro. Para evitarlo, Pep alinea cinco delanteros y solo un centrocampista de origen, además de tres laterales. Es la primera vez que implanta esta organización en un equipo suyo. Tanto en el Barça como en el Bayern había empleado algunas partes de dicho módulo. En su primer año en Múnich empleó el 2-3-2-3 ante el Manchester United, con Robben y Ribéry encargándose por completo de las bandas, cual carrileros. En la segunda temporada hallaremos numerosos partidos en que alineó cinco delanteros al mismo tiempo, aunque casi siempre les otorgó papeles puros de interiores cercanos al mediocentro (Xabi Alonso). Compensaba con delanteros la falta de centrocampistas; en los partidos relativamente cómodos, el equipo podía asumir la presencia de cinco atacantes simultáneos sin partirse en dos.
Hoy lo aplica en toda su extensión: es un 2-3-5 puro. Veamos cómo se colocan los jugadores sobre el césped. Neuer está fuera de su portería, unos quince metros más allá de la línea exterior del área propia del Bayern, atento como siempre a todo lo que ocurre en el campo por si debe intervenir (no lohará en todo el partido). Delante de él se colocan Boateng y Rafinham los dos defensas centrales, ambos pisando el círculo central, pero ya en campo del Koln. Arturo Vidal está encargado de ejercer como mediocentro único; próximos a él se colocan Philipp Lahm en la derecha y David Alaba en la izquierda. Ellos tres componen una línea que posee dos funciones primordiales: distribuir el balón entre los cinco compañeros de ataque y conformar una primera pared que impida cualquier contraataque del rival.
Pisando la línea del área visitante se sitúan, de derecha a izquierda, Coman, Robben, Lewandowski, Muller y Costa. Cinco delanteros enfrentados a cinco defensas. Los del Bayern se ubican siempre en los intervalos que hay entre los defensores. Destacan por su movilidad. Salvo los dos extremos situados en las partes exteriores del campo, el resto cambia de posición de manera constante, permutando los intervalos, recibiendo balones de las líneas traseras que intentan transformar en penetraciones de peligro al área, o bien devuelven la pelota velozmente para reiniciar el movimiento en otro intervalo del ataque. También los extremos permutan, lo que acaba agotando a los defensas del Koln. Donde estaba Coman de pronto está Robben, donde Costa ahora aparece Coman, mientras Muller y Lewandowski enloquecen a los centrales visitantes con movimientos permanentes. Y si en algún instante la dinámica se detiene, ahí está Alaba para adelantarse unos metros ya convertirse en el sexto delantero. El Koln apenas logra cruzar el centro del campo y el Bayern pasa más del setenta por ciento del tiempo en campo contrario.
- El gusto por los atacantes. “Es curioso, desde luego; toda la vida diciendo que solo se puede jugar con centrocampistas, que son la clave, y aquí me tienes, jugando con cinco delanteros…”. Eso lo dijo Pep un año antes, cuando no podía contar con Lahm ni Thiago. Entondes, el entrenador compuso numerosas alineaciones con cinco atacantes, aunque siempre empleaba a dos de ellos como sustitutos de los centrocampistas interiores.
Guardiola entiende que puede haber bastantes partidos a lo largo de la temporada en que lo más efectivo sea alinear cinco atacantes, rompiendo el viejo aforismo del fútbol que asegura que se ataca mejor con menos delanteros. Hoy, el Bayern ha alcanzado una dinámica de juego que le permite contravenir todos los tópicos y atacar con cinco delanteros sin que el equipo se rompa en dos mitades.
La utilización de cinco atacantes conlleva una ventaja añadida: quienes sirven los pases tienen más alternativas a su disposición, como reflexiona Pep durante la cena pospartido: – Los pases del central o del mediocentro a los delanteros son más seguros si van hacia fuera, hacia al extremo; pero son más peligrosos si van por dentro, aunque tengan peor ratio de acierto. Con cinco delanteros, nuestro central y nuestro mediocentro tienen más opciones para elegir. Pueden pasar hacia fuera con poco riesgo o por dentro con más riesgo, pero también generando más peligro. Se nos abre un abanico mayor de posibilidades.
Para Guardiola es un triunfo formidable de organización táctica. Sus jugadores no solo han aprendido, comprendido y ejecutado todas las partituras que les ha enseñado, sino que esta es particularmente compleja y arriesgada, no en vano si dejó de practicarse a mediados de los años cincuenta fue porque otros sistemas de juego resultaban más eficientes y menos peligrosos de llevar a cabo. Ha recuperado el módulo de un modo muy distinto a como se practicaba cien años atrás. Su pirámide es pura organización y está repleta de detalles y pequeñas instrucciones. No es el caos desorganizado que nos muestran las viejas películas del fútbol de 1930, sino que posee una vocación fuertemente ofensiva, pero reforzada en los puntos débiles y apuntalada para mantener agrupado al equipo. Es una pirámide que por encima de cualquier otra consideración destaca por la dinámica de movimientos de todos sus componentes.
La historia contiene este tipo de coincidencias insospechadas. Por dos vías completamente distintas y mediante procesos sin ninguna similitud, los ideólogos primigenios del Cambridge victoriano y Pep Guardiola se veían estrechamente relacionados alrededor de una pirámide…”
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